martes, 17 de enero de 2012

Españoles durante un ratico


Las banderas siempre han sido una manera de identificarse frente al resto de ciudadanos. Las diferencias culturales siempre han estado presentes. Sin embargo parece que en los últimos años está mal visto ese sentimiento patriótico. Lejos de mi intención de hablar sobre temas conflictivos, hablaré sobre un momento de unión patriótico auténtico; el Mundial.

Es cierto que nadie se imaginaba que España lo fuera a ganar. ¡Era lógico no pensarlo! ¡Si no pasábamos de cuartos!. Ahora de repente vamos y ganamos (que no está nada mal para algo que ganamos nosotros). También es cierto que teníamos el precedente de la Eurocopa, pero, ¿un Mundial? ¡Inimaginable! Por eso llegó la alegría y con la alegría el sentimiento de ser español. Es curioso todos juntos, cantando canciones absurdas que sabes que nunca más harías y pintándonos los colores de la bandera española en la cara, como buenos patriotas. Andabas por las calles y la felicidad estaba en el aire. Curioso, nadie apostaba por ellos (ni creo que apuesten mucho en ocasiones futuras) y en cambio, como buenos españoles, al final se resuelve todo.

Pero lo absurdo no es eso. Lo absurdo es la fraternidad que existe; gente que te abraza por la calle cuando ves el partido, viendo como sudorosos y borrachos empezaban a gritarte al oído lo grande que era nuestra nación, y tú como buena persona, también les abrazas y les gritas más aún (todos sabemos de lógica que quién más grita es que tiene más razón, eso es lógica pura y dura).

Y tras esta aplastante situación dónde España parecía que iba a dominar el mundo, se acabó todo. Dejamos de seguir a la selección (o decirme acaso cuantos partidos hemos visto después de ese) y dejamos de gritarnos las canciones que no tenían más que dos o tres palabras diferentes. Pero no os preocupéis, si pensándolo ahora veis que la situación es un tanto absurda (aunque todos, y me incluyo yo, lo hiciéramos) no pasa nada; difícilmente se volverá a repetir. Y si se repite, también tranquilos, cómo humanos que somos, volveremos a hacerlo, pues en eso consiste nuestra vida. 

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