jueves, 19 de enero de 2012

Yo de mayor quiero ser estudiante


Es fácil decirlo y tendría sentido en cierta media; “yo de mayor quiero ser estudiante”. Es curioso, nos pasamos una gran parte de la vida entre libros, desde que somos pequeños hasta edades diferentes, dependiendo de la persona. Y es que pensando detenidamente no hay nada mejor que la vida del estudiante.

¿Qué sería de nosotros sin esos madrugones absurdos antes de un examen o el dedicar nuestro tiempo libre a preparar la estrategia más exacta para poder hacernos una “chuleta”? Es la vida de ensueño, mucho mejor que vivir del cuento como Belén Esteban, ¡ni punto de comparación! Nosotros tenemos nuestra cultura, nuestra educación, dignidad y además, sabemos leer. Nada comparable con los miles de euros que gane esa mujer a la semana por estar comiendo públicamente en televisión y cuando le da la gana irse del plató. ¡Vamos hombre!

Además, ¿qué sería de nosotros sin nuestros queridos profesores? Esas personas que te mandan trabajos y trabajos los fines de semana y festivos (siempre con buena intención) para que no nos aburramos y estemos entretenidos en casa o en bibliotecas. Ellos tienen la peor parte, desde luego. Tienen la dura, durísima, tarea de corregir exámenes y de pasar lista siempre que sepan que vas a faltar. ¡Pobrecitos! Y encima hay gente que puede llegar a criticarles, gente que no tiene vergüenza y no se ponen en su lugar. Bueno, es complicado no ponerse en el lugar de un profesor. Creo que a lo largo de todos los años como estudiante todos los profesores, absolutamente todos, nos han recordado todas las cosas que tienen que hacer. Siempre en algún momento del curso cuando preguntas el porqué de no haber subido a internet un documento o haber corregido un trabajo después de semanas, siempre te cuentan los momentos tan duros que han pasado en esos días. Peor bueno, ¿les cuento yo acaso cuando suspendo mi vida? No, desde luego que no.

La vida del estudiante es maravillosa. Es que es la única conclusión que se puede sacar. Cualquier persona soñaría con ello. Lo que pasa es que luego ese sueño se va transformando y modificando cuando vas recibiendo ciertos “contratiempos” (por no decir un taco, que por lo menos se note que algo he estudiado) y tu estado de felicidad estudiantil disminuye lentamente. Pero si esto os pasa, si realmente os sentís desanimados, sino habéis tenido suficiente tristeza durante esos años, es porque aún no conocéis la vida del trabajador, que aún deja mucho más que desear. Pero eso es otro tema, de momento habrá que vivir este maravilloso momento o dejarlo y acostarse con un torero/a que, visto lo visto, tiene mucho más futuro. 

1 comentario:

  1. Llegados a este punto cabe preguntarse ¿Qué narices hacemos en una carrera? xD

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